El hijo ha planteado algunas preguntan filosóficas. «¿Cómo puede uno alcanzar la verdadera felicidad en la vida?» «¿Qué hace que un hombre se sienta hombre?» «¿Por qué algunas personas son de una condición tal que siempre te encuentras a gusto y feliz en su compañía, mientras que otras hacen que cinco minutos en su presencia parezcan una eternidad?»
Querido hijo:
Las preguntas que formulas son preguntas a las que he dedicado una gran cantidad de tiempo, tratando de darles respuesta por mí mismo. Las personas tienen teorías muy diferentes sobre estas tres cuestiones. Respecto a tu primera pregunta, los escritos de Viktor E. Frankl, un psiquiatra austríaco que sobrevivió a los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, se encuentran entre los más informativos de todos los que he leído, y acaso sean los que más han influido en mi forma de pensar sobre el asunto. Creó nuevas teorías acerca de la felicidad. Freud opinaba que la felicidad se alcanza en la vida por medio del placer. Adler sostenía que se logra persiguiendo el poder. Bien, en comparación con las ideas del Dr. Frankl, me temo que los otros dos caballeros han perdido el barco completamente, al menos por lo que a mí se refiere. Volveremos sobre este aspecto más adelante.
¿Qué hace que el hombre se sienta hombre ? Bueno, creo que el primer factor esencial es darse cuenta de que cada cual tiene un espíritu , un espíritu único —uno y solamente uno— y personal, creado por uno mismo dentro de uno mismo. Sólo cuando caes en cuenta de esto y lo asumes, sólo cuando comprendes la cantidad de energía que pone a tu disposición, entonces y sólo entonces puedes empezar de verdad a ser lo que deseas . Sólo entonces podrás prescindir de estar siempre esperando a otros, yendo al paso de otros, buscando la ayuda de otros. Estarás cuidándote de ti mismo antes que de los demás. Debido a que solamente tú puedes crearlo, tu espíritu es una combinación de características humanas exclusivamente tuyas y diferentes de las de cualesquiera otras almas humanas. De aquí que esas otras almas solamente tengan una limitada relación con el desarollo de este aspecto de tu ser. Francis Bacon escribió: «El molde de la fortuna de un hombre está principalmente en sus manos». Lo mismo es aplicable al moldeo del espíritu de un hombre.
La libertad representa el papel básico y fundamental en el desarrollo del espíritu del hombre, y sin embargo pocos caen en la cuenta de esto. Pocos son plenamente conscientes de la libertad que cada uno de nosotros ejerce cada vez que acepta o rechaza un impulso. El verdadero quid de la fortaleza del ser humano es la libertad de elegir cómo desea responder a los desafíos de la vida. Si se te encarga que hagas un trabajo difícil, puedes decidir entre quejarte de él y de tu mala suerte, o decirte: «Es un trabajo difícil y desagradable, pero lo voy a hacer, y lo voy a hacer bien». Si optas por la última actitud, te hará más llevadero el trabajo y, lo que es más importante, experimentarás una sensación de éxito al final. El descubrir y ejercer plenamente la libertad de elegir tu actitud ante los desafíos que presenta la vida, afectará profundamente al grado de éxito que alcanzarás en tu búsqueda de la felicidad.
Una vez desarrollado el espíritu y ejercitada la libertad de elegir la actitud, las responsabilidades de la vida se hacen más fáciles de asumir, aceptar y cumplir. Lógico. En palabras de Frankl, la responsabilidad es «el fundamento de la existencia humana». He observado que las personas que aceptan la responsabilidad son también las personas que más partido sacan a su vida. Otra observación es que muchas personas tienen un miedo innato a aceptar la responsabilidad, muy similar al miedo al fracaso. ¡Cuánto daría por poder recordar individualmente a cada una de estas personas que haber intentado algo y haber fracasado no es una desgracia! El no haberlo intentado es un desastre . Aceptar la responsabilidad es aceptar un reto; aceptar los retos nos abre de par en par las puertas a través de las cuales entran en nuestra vida los logros más preciados.
Los grandes personajes que han vivido y actualmente viven en este mundo han sido o son grandes espíritus individuales; ninguno se dejó pisotear por sus coetáneos, todos han caminado por la vida llevando en el corazón un rumbo constantemente orientado hacia la libertad de opción y actitud y hacia la aceptación de su responsabilidad individual. No hay ocasión en que lea algo acerca de la vida de cualquiera de estos grandes personajes, y de los fracasos y decepciones que superaron mientras seguían escalando hacia las altas cumbres del éxito, que no me quede maravillado por su capacidad de aguante, valor y tenacidad. «Es un camino áspero el que lleva a la cumbre de la grandeza», dijo Séneca en el año 50 a. C. Ese camino sigue siendo igual de áspero hoy día.
La clave radica en acertar en las decisiones importantes; de ello depende la marcha de todo lo demás. En cada bifurcación que encuentres en tu camino, tendrás que decidir la dirección que quieres seguir; pero antes tienes que decidirte a andar el camino.
Hoy día hay muchas, muchísimas personas —especialmente entre los jóvenes— que no son felices y que encuentran poco sentido a su vida. Tal vez la causa de esto estribe en una falta de metas. Carentes de metas, no tienen logros o éxitos que les reporten felicidad. Por alguna razón, dejan sin explotar la energía potencial de su talento, y por esa misma razón se mirarán algún día en un espejo y dirán, con palabras de Friedrich Hebbel:
El hombre que soy, llora lúgubremente al hombre que podría haber sido. La gente dice que nuestro nivel de vida relativamente alto tiene en gran parte la culpa de que existan estas generaciones perezosas y descontentas. Bueno, no hay nada de nuevo en esto. En Grecia, en Roma y en otras civilizaciones, la juventud, y muchos de los adultos también, han sufrido inquietud y descontento. No, la culpa no es fundamentalmente de nuestro nivel de vida; es de que no hemos fomentado la fortaleza de espíritu, no hemos sabido reconocer que lo que podemos ser está dentro de nosotros mismos, no hemos utilizado la libertad de elección y actitud, no hemos sabido aceptar la responsabilidad. Solamente si salvamos esos fracasos y damos entrada en nuestra vida a todos estos factores positivos, encontraremos sentido y finalidad a nuestra existencia.
Me parece que en lugar de luchar honorablemente por sobrevivir, mucha gente ha echado acorrer , y corren hacía la seguridad que les da el Estado, o la Iglesia, o los amigos, o hacia otras y muy variadas metas sociológicas, entre las que, naturalmente, figuran el alcohol y las drogas. No habiendo experimentado jamás el éxito y el fracaso en cantidades suficientes para adquirirlas, carecen de reservas morales que les ayuden a salvar los momentos difíciles. Estas pobres almas no saben que el único antídoto verdadero contra las dificultades sólo podemos encontrarlo dentro de nosotros mismos, en esa libertad de elección que cada uno de nosotros posee para decidir que actitudes adoptará, positivas o negativas, frente a los golpes que le de la vida. Tales personas se esconden, leyendo noveluchas o viendo cómo los héroes y heroínas de pacotilla que llenan la televisión consiguen unos éxitos ficticios en la vida; se dan por satisfechos con que otros —aunque sean personajes irreales— hagan las cosas que a ellos les gustaría hacer, pero que nunca intentan. Lamentable. ¿Mi solución? Toma un libro que narre hechos reales, entérate de lo que han conseguido seres humanos de carne y hueso , y pregúntate: «¡Pero bueno! ¿Y yo por qué no?»
El Dr. Frankl dice todo esto, y muchísimo mejor que yo, en su obra El doctor y el alma . Su definición de felicidad es ¿logro , y cuando te paras a considerarlo, ¿acaso no estará absolutamente en lo cierto? Es bastante mezquino sentarte sin más y decirte que vas a ser feliz; exceptuando naturalmente cuando aprovechas para alegrarte por tu buena salud y tu estupenda familia. La felicidad no es algo que se pueda crear de la nada, ni de los objetos materiales. Coincido con el Dr. Frankl en que nuestros momentos de autentica felicidad lo alcanzamos con el logro de alguna meta que nos hayamos fijado. Puede ser algo tan sencillo como ordenar el trastero, o tan notable como ser elegido por nuestros coetáneos para que ocupemos una posición descollante. La felicidad puede consistir en ayudar a alguien, un amigo, o mejor todavía, a alguien a quien no se conoce. También lo es el sacar unas notas excelentes en el colegio: aprender a conducir un coche, a pilotar un avión, a montar en bicicleta. La felicidad es hacer algo .
Tu abuelo fue un hombre feliz alcanzando metas que la mayoría de la gente no consideraría grandes éxitos. Pero para él eran grandes metas. ¡Qué paz y satisfacción sentía en su interior después de trabajar de firme todo el día! Y puedo decirte que había muchos como él.
Su vida fue un intenso y continuo trabajar en una cosa u otra. En su octogésimo cumpleaños, cuando le pregunté cómo se las arreglaba, me contestó que no le ponía ningún pero a la vida mientras tuviera algo que hacer al despertarse cada mañana. (|Eso es una meta!) A los ochenta y cinco, cuando ya no tenía esos algos que atender diariamente , su salud se deterioró rápidamente»
Dar sentido a nuestra vida es dar calidad a los diferentes trecho de nuestra existencia. Un solo momento, una sola tarea, pueden aportar a ella una buena medida de calidad. La aceptación de los días buenos y de los malos con igual determinación de hacer todo cuanto podemos en unos y otros, puede aportarla. El enfrentarnos con valentía y dignidad a lo que el futuro quiera depararnos, puede aportarla.
La felicidad acompaña a los logros. Los logros son el resultado de unas elecciones y decisiones libremente realizadas, de unas responsabilidades aceptadas y cumplidas, y de un espíritu inerte e indomable que constantemente desea probar .
El valor de la vida no radica en lo dilatado de su días, sino en el uso que hagamos de ellos; un hombre puede vivir mucho tiempo y, empero, gozar poco de la vida. El que encuentres satisfacción (felicidad) en la vida, depende no de los años que cuentes, sino de tu voluntad. Asi se expresaba Montaigne, hace aproximadamente unos 400 años.
Felizmente Tu compañero de camino