'Eres un hijoputa', y colgué rápidamente.
Inmediatamente apunte aquel número en mi agenda junto a la palabra 'hijoputa'.
Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado porque me llegaba una letra inesperada, o un aviso de multa, o discutía con mi mujer, o alguna situación por el estilo volvía a llamarlo y sin dejarle contestar le decía:
'Eres un hijoputa'.
Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía sentirme mucho más relajado.
Unos meses después, la maldita Telefónica introdujo el servicio de identificación de llamadas, lo cual me deprimió un poco porque tuve que dejar de llamar al 'hijoputa'.
Pero de repente, un día se me ocurrió una idea: Marqué su número de teléfono y cuando escuché su voz le dije:
'Hola, le llamo del departamento de ventas de Telefónica para ver si conoce nuestro servicio de identificación de llamadas'.
"No", me dijo el tío grosero, y me colgó el teléfono.
Rápidamente lo volví a llamar y le dije:
'Eres un hijoputa'.
Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una anciana saliera de la plaza de aparcamiento del Hipercor. Esta lo hacía muy lentamente,.. y cuando terminó la maniobra y me disponía yo a ocupar la plaza libre, apareció un Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba yo a ocupar.
Comencé a tocar el claxon y a gritar:
'¡Eh, oiga!, ¡que estaba yo esperando!, ¡no puede hacer eso!'.
El tipo del Golf se bajo, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial igno