¿Qué ven los europeos para haber quedado encandilados con el nuevo BMW i3? Atrevido, esa es la mejor palabra para definir al nuevo BMW i3. Su precio, independientemente de su tecnología, es muy alto para un automóvil de su tamaño. Su estética roza la extravagancia, tanto o más que su concepto de puertas o sus proporciones que, sinceramente están lejos de los cánones impuestos por los BMW más bellos de las últimas décadas. BMW anuncia que, literalmente, se lo están quitando de las manos. A comienzos de año ya nos adelantaban que decenas de miles de clientes se habían interesado por un modelo que ni tan siquiera se había presentado, de hecho únicamente lo habíamos visto como prototipo. Pero lo verdaderamente importante es que ya habrían formalizado más de 8.000 reservas firmes del nuevo BMW i3 y las ventas en 2014, su primer año de comercialización, deberían superar con creces las 10.000 unidades. ¿Qué han visto los clientes en el nuevo i3 para decidirse por él?
El BMW i3 ha logrado vencer los límites de la autonomía de las baterías, con el coste añadido de un extensor (por 4.500 euros) que aún así no debería disuadir a nadie de su verdadera naturaleza urbana.
Partamos de la base del eléctrico que ha abandonado la ciudad y ha vencido los límites de la autonomía impuesta por sus baterías. El BMW i3 será completamente eléctrico, pero opcionalmente podremos contar con un pequeño motor que aumentara su autonomía hasta los 300 kilómetros, más que suficiente para realizar pequeños o incluso largos viajes si perdonamos la dependencia de la gasolinera que tendremos en tal caso con un depósito de solo 9 litros de gasolina. Evidentemente este BMW i3 no se entiende para viajar, ni para recorrer cientos o incluso decenas de kilómetros por autopista. Otra cosa no tendría el menor sentido. Su hábitat natural es la urbe y los alrededores de esta. Quizás en ese hecho radique la razón por la cual su éxito en Europa podría estar a la vuelta de la esquina, algo que aún no habrían conseguido ni Chevrolet ni Opel con sus Volt y Ampera presentados como una evolución natural del concepto híbrido del Prius y el Prius Plug-In.
BMW no ha creado una alternativa al Prius ni a cualquier otro híbrido, sino un eléctrico puro y duro que ante cualquier eventualidad podría salir de la ciudad gracias a su motor de dos cilindros que hará las veces de extensor de autonomía. Incluso para aquellos que opten por invertir más de 40.000 euros en esta versión Range Extender (el básico por 35.500 euros no contará con dicha opción que costará 4.500 euros), la acción de acercarse a la gasolinera a rellenar su pequeño depósito de 9 litros debería ser algo anecdótico en la vida cotidiana de un i3, que pasará la mayor parte de su vida conectado a un enchufe en la pared.
Lejos del eléctrico que ve limitado su equipamiento para contener el elevado precio de las baterías, el BMW i3 emplea fibra de carbono y materiales exóticos como cáñamo compactado, madera de Eucalipto y fibras artificiales conformadas con botellas de refresco reciclado y lana natural.
El BMW i3 se ha jugado todas sus fichas a una baza, la del utilitario eléctrico y tecnológico. Y BMW lo ha hecho con todas las de la ley. Ante nosotros un utilitario afurgonetado y de dimensiones muy compactas, en los 4 metros. Su lanzamiento es comparable al del Audi A2, este en 2013 cumplía catorce años. Sinceramente no creo que BMW piense en revolucionar el sector y ni tan siquiera en dominar la categoría de eléctricos, pero sí al menos en haber tomado posiciones en una carrera de resistencia, tal vez lenta y tortuosa, la del coche eléctrico. Seguiremos diciendo que su precio es alto, aunque tal vez no tanto si tenemos en cuenta el paquete tecnológico en el que se ha envuelto este producto. Podrían haber creado un eléctrico encapsulado en un BMW Serie 1 y lejos de tomar aquel camino optaron por un modelo totalmente diferente a cualquier BMW que hayamos visto hasta la fecha, por paneles de fibra de carbono, cáñamo compactado y madera de Eucalpito en revestimientos y cuero teñido con hojas de olivo y tela compuesta por fibras de botellas de refresco recicladas y lana para los tapizados.
El BMW i3 debería gozar de cierto éxito en regiones que han mostrado una buena acogida al coche eléctrico. Desde California hasta el Norte de Europa, pasando por algunas capitales asiáticas y por su puesto su tierra, Alemania.
Ni mucho menos será un coche para el pueblo, un eléctrico que se equipare con los que actualmente vemos, aunque en contadas ocasiones, por nuestras carreteras. Estamos ante un producto pudiente, premium, pero suficientemente peculiar como para cautivar a un cliente determinado y crear un nuevo nicho que ni mucho menos se corresponde con el de cualquier otro turismo con motor térmico reconvertido a eléctrico. En 2014 llegarán el Clase B eléctrico de Mercedes-Benz y el Audi A3 híbrido enchufable. Pero para entonces ya habrá rodando por Europa unos miles de BMW i3, los de Munich habrán tenido que aumentar la producción y el de BMW habrá conseguido un nicho pequeño, pero con buenas expectativas de futuro, que florecerá especialmente en áreas urbanas del estado de California, de Noruega y otros países nórdicos en Europa, de la región asiática y previsiblemente también Alemania, donde se estrenará en menos de un mes para demostrar si el i3 es de verdad profeta en su tierra.