Como ya hizo la Reina de Inglaterra, una comisión de la Cámara de los Lores británica ha escuchado esta semana a Luis Garicano explicar la actual crisis y en especial la situación de la banca española. El profesor de la London School of Economics dijo que el sistema financiero dejará de ser un problema el próximo año, cuando se ponga en marcha el supervisor único europeo. Pero su mirada sobre el país sigue siendo crítica: sin reformas institucionales que aborden la corrupción o el separatismo, España no saldrá de la crisis.
Pregunta.- Los datos de comercio exterior son positivos, ¿se están corrigiendo los desequilibrios?
Respuesta.- Sí. Tenemos una deuda exterior neta muy alta, mucho mayor que la que tenían los países del sudeste asiático durante su crisis a finales de los 90 por ejemplo, y ya no podemos continuar incurriendo en déficit por cuenta corriente. Lo ideal sería que esto sucediera por una subida de las exportaciones y no por un derrumbe de la demanda interna, pero tiene que suceder.
P.- ¿Qué se puede hacer para acelerar este proceso?
'El gobierno no cumplirá el objetivo de déficit, salvo de manera cosmética' R.- Hay dos caminos para exportar más: la calidad y el precio. España está consiguiendo moderar el crecimiento de precios y salarios, aunque desgraciadamente los sueldos aún van a tener que caer bastante más. Pero hay que hacer mucho más por el camino de la calidad de dos maneras: invertir en imagen de marca (el jamón ibérico, la ropa de Zara) o innovación y tecnología. Y esto requiere un mercado laboral y de productos mucho más dinámico, donde las empresas contraten con ánimo de formar y de permanecer, donde la dualidad sea menor, y donde la cartelización pase a la historia.
P.- Nuestra competitividad ha mejorado, pero la energía sigue cara.
R.- La energía está siendo un problema gravísimo en muchas industrias, como por ejemplo, la azulejera. El horroroso régimen de subsidios que se ha creado es una desgracia nacional. No era un problema de España, sino que es uno creado enteramente por el sistema político.
P.- ¿Cuál es el principal factor de incertidumbre que pesa hoy sobre la economía española?
R.- Sin duda el político. El problema de Cataluña es muchísimo más complicado y ha avanzado mucho más por la senda de no retorno de lo que la gente en Madrid es o quiere ser consciente. Y los escándalos de corrupción también crean mucha incertidumbre.
P.- ¿Cree que el caso Bárcenas afectará al impulso reformista?
'El régimen de subsidios del sistema eléctrico es una desgracia nacional' R.- El Gobierno pretende decir que ya ha hecho las reformas cuando no ha tocado algunos de los problemas más graves. Las instituciones reguladoras y otros organismos neutrales han sufrido un verdadero asalto que nos acerca más aún al capitalismo de amiguetes. La dualidad laboral y la excesiva temporalidad ni se ha empezado a atacar. Y lo más importante, no parece haber intención de convertir la inversión en capital humano (la enseñanza secundaria, la formación de los parados, la universidad) en la prioridad del país.
P.- ¿Cree que el Gobierno cumplirá con el objetivo de déficit?
R.- No, excepto, como en 2012, de forma completamente cosmética.
'España debería tener al menos dos universidades de excelencia' P.- La prima de riesgo ha caído bastante, ¿es mérito de Rajoy?
R.- Si miramos a los demás países que están en el mismo barco que nosotros, no cabe duda de que es mérito de Draghi.
P.- ¿Por qué un economista como usted firma un manifiesto por la reforma de los partidos políticos?
R.- Hace tres o cuatro años yo también me hubiera sorprendido. Pero tras los escándalos de financiación al más alto nivel que hemos visto -de momento sin ninguna consecuencia política-, cuando hay hechos que no niega nadie (existen las cuentas en Suiza), y la evidencia del entramado políticos-promotores-cajas de ahorros en muchas regiones (Galicia, Cataluña o Valencia en particular), creo que está claro que no hay reformas económicas ni salida de la crisis sin reformas institucionales. Todos los países en apuros tienen instituciones pobres, prisioneras de sus élites extractivas, como mostramos Jesús Fernández-Villaverde, Tano Santos y yo en un reciente artículo. Y como ha argumentado muy bien César Molinas en su libro, a estas élites no les interesa cambiar el sistema porque les va muy bien.
P.- ¿La reforma financiera ha cumplido su objetivo?
R.- La combinación de la reforma financiera con los anuncios del BCE ha cambiado radicalmente las condiciones de financiación de los bancos, como muestra, por ejemplo, la exitosa ampliación de capital del Sabadell. Si la 'asset quality review' que debe tener lugar a principios del 2014 se hace bien y creíblemente, la crisis bancaria puede empezar a resolverse a partir de mediados del 2014 con la entrada en funcionamiento del nuevo supervisor único para la Eurozona. Eso sí, hay una parte del círculo diabólico entre bancos y estados que no ha cambiado , y es la cantidad enorme de papel público en los balances. La normalización requiere que esas posiciones se deshagan.
P.- ¿Hizo bien el Gobierno no recurriendo al remanente del "crédito extremadamente favorable" que la UE nos concedió en 2012?
R.- España siempre tiende a actuar tarde y mal. Es mejor curarse en salud, pasarse un poco, que no llegar y dejar la interrogación colgando. Yo hubiera preferido que se fuera lo mas lejos posible, como EEUU que obligó a todos los bancos a tomar la financiación ofrecida. Luego las oportunidades de recuperar el dinero son mayores cuanto antes se recupera la credibilidad.
P.- ¿Debe fluir el crédito o antes tiene que existir demanda solvente?
R.- Mi investigación así como los trabajos de José-Luis Peydró, Bentolila y sus coautores muestran con claridad que hay una fuerte contracción del crédito a las empresas. Falta demanda solvente, sí, pero también los bancos, en un clima de enorme incertidumbre regulatoria, prefieren no meterse en líos y van a lo seguro.
P.- ¿Cree que las reformas han tenido la profundidad necesaria?
R.- No. Se han hecho cosas valientes en el mercado laboral, que están teniendo un alcance muy positivo para el empleo. Me refiero a la reforma de los convenios, con las cláusulas de descuelgue, la eliminación de la ultractividad, etc. Pero también creo que el grave problema de dualidad que sufre el mercado sigue ahí y todos sabemos, por nuestra experiencia diaria, las duras consecuencias de la precariedad para la formación y para todo lo demás. Además, faltan reformas clave en capital humano: la formación de los parados (cinco de los seis millones tienen educación secundaria o menos), totalmente abandonada; la de secundaria, en la que la reforma, como siempre, se ha perdido en los temas más políticos; y la de las universidades, cruciales para el crecimiento, pero abandonadas pese al trabajo de la comisión de expertos que nombró el ministro y de la que formé parte. Debería ser una prioridad el que hubiera al menos dos universidades de excelencia, con autonomía financiera y de contratación, capaces de competir y generar ideas de primera línea mundial.
P.- ¿Por dónde debería ir la reforma tributaria?
R.- En España, con tipos marginales altísimos, la recaudación es bajísima. Aquí paga el que no puede escaquearse. Hay que expandir la base y también el cumplimiento de las normas.
P.- Qué le parecen los cambios de la reforma de las pensiones.
R.- Se está avanzando mucho en un tema difícil. Muy importante es la automatización del sistema, de forma que los cambios en la esperanza de vida lleven aparejados otros en las pensiones. Me gustaría ver cuentas nacionales, como en Suecia, con la contribución total de la vida laboral reflejada para que la gente entienda con qué puede contar. La posición de algunos en el PP, saboteando la reforma que intentó el Gobierno anterior y diciendo que no había problemas, y que ahora adoptan muchos en el PSOE, es análoga a la negación del cambio climático. Cualquiera que mire los números sabe que cambios como estos son necesarios para que el sistema sea sostenible.